2 de diciembre de 2009

Cristina Santa Ana, mujer clave en PoeKas y en el mundo de la Cultura





ROJO LUMINOSO DEL 68
Me salvaron la vida
Yo tenía treinta y cinco años,
siete hijos, una televisión,
mil pájaros negros y un deseo:
dormir como Marilyn Monroe.
Por aquella ventana luminosa
contemplaba a los estudiantes franceses
lanzar adoquines a los guardias
y consignas al pueblo:
¡La imaginación al poder!
¡Prohibido prohibir!
¡Abajo la experiencia!
Yo tenía treinta y cinco años,
siete hijos y mil pájaros negros.
Y comencé a disparar adoquines
con la imaginación.
Disparaba adoquines sobre mi vida gris
porque tenía mil pájaros negros.
Aquellos estudiantes dignificaron el sexo
trajeron libros nuevos
y entró con ellos un ventarrón de libertad
que alejó el vuelo de mis pájaros.
Aquellos estudiantes rompieron
el mundo cerrado de los dogmas.
Querían el amor y no la guerra.
Rompieron las normas ya caducas.
Rompieron las cadenas que nos tenían paralizados.
Con aquellos estudiantes entré en la “contracultura”
¡Descubrí que podía pensar por mi cuenta!
¡Abajo la fe del carbonero!
Aquellos estudiantes, sin saberlo, me salvaron la vida.

Cristina Santa Ana Álvarez, ella si que nos salva la vida con su admirable forma de vivirla y de escribirla. Ella, si que nos salva todas las tertulias de PoeKas y todos los recitales con su presencia esencial para respirar la humanidad, el compromiso y la plena conciencia que añade de manera natural, a todos los ámbitos culturales que maneja: toda una vida entregada a la enseñanza, escritora de ensayo, teatro, poesía, directora teatral, y mucho, mucho más, que podréis conocer en su blog, si entráis aqui

1 comentario:

Angeles Fernangómez dijo...

¡Cómo me he alegrado de encontrarme aquí este poema de Cristina Santa Ana!
Lo recuerdo muy bien. Se lo oí recitar en el Círculo de Bellas Artes. Yo también recité allí ese día, mucha gente recitamos y, recuerdo que se creó (al menos yo así lo sentí) un clima poético precioso. Pero..., entre todo lo que escuché, recordaré siempre este poema. Me impresionó mucho, mucho por su frescura, mucho porque me identificaba con él (aunque yo, tal vez, fui una de esas jóvenes de los que habla el poema), mucho porque está llevado con tanta ternura y tanta inteligencia que es imposible no recordarlo.
Gracias Cristina. Gracias también a Poekas por haberlo puesto en el blog y permitir que vuelva a recrearme en su lectura.
Un lujazo. Abrazos.