En la cafetería del jardín no quedaba un alma, sólo
ella, reclinada en una mesa. Aunque la fuente amortiguaba entre sombras, aquel
atisbo de risas, consiguieron despertarla. Se incorporó haciendo oído y
accidentalmente volcó el vaso. El aroma del contenido le recordó el desmayo al
pasar por la puerta. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo. Aquel era el último
lugar donde le apetecería estar. Sin embargo, una de las risas, parecía
reclamarla. Accedió al edificio y anduvo hacia ellas. Por las escaleras medio a
oscuras ascendía en silencio, temblando, tanteando con cuidado cada escalón,
intentando no tropezar donde hacía años tuvo el fatal accidente estando
embarazada, al pisar la bufanda que le estaba tejiendo. No la dejaron verle, le
dijeron que una de las agujas le había entrado por un ojo. Llegó arriba. La
cruel madera delataba cada uno de sus pasos. Sentía cómo la observaban. Por fin,
una habitación iluminada: era la Sala de Juegos. Las risas cesaron. Miró a su
derecha; por puro instinto se santiguó
al ver a San Gregorio. Un último esfuerzo. Entró. Un pálido bebé parecía dormido sobre su
pedestal; a su lado, otro, mal tapado con una bufanda, le sonreía con su único
ojo.
El relato de nuestro poeKa Jasca, quedó el tercero seleccionado por el público. Se pueden leer todos los relatos en este enlace: Certamen del Museo del Romanticismo
¡¡ ENHORABUENA !! pero ... ¡¡ QUÉ MIEDO !!
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