Muchos de los asistentes, ya conocíamos su versatilidad, su lenguaje existencial, exquisito, humilde, intimista, solitario en compañía; su ir y venir por la papiropoesía, o reflexopoemática, o poemaflexia… Cuando Martín abrió la maleta de sus “Poemarios Secretos” comenzamos a darnos cuenta de que algo importante y diferente iba a ocurrir en la tarde del catorce de mayo de dos mil quince. Cita ineludible, como las que la antecedieron a lo largo de los distintos recitales poéticos, realizados por diversos componentes del grupo, que se han llevado a cabo dentro del ciclo A VALLECAS EN VERSO, organizado por el Colectivo PoeKas en el Centro Cultural Paco Rabal.
Beatriz Jiménez, gran debut el
suyo como introductora y presentadora del acto, por medio de palabras (y
versos) que describieron a la perfección el mensaje que íbamos a recibir, ya nos puso alerta sobre la lluvia de
“sentimientos aferrados a un papel, como gritos lanzados al aire,” que nos iba
a empapar en los minutos que durara el recital. No se equivocó.
Alguien escribió que nos
encontramos ante un “Poeta Singular”. Cierto. Su singularidad se basa en lo espontáneo,
lo sencillo, lo campechano… Beatriz nos contó que “para él la poesía es libre,
no necesita métrica ni rima, ni siquiera un soporte concreto, es solo Puro Sentimiento, visceral y sincero.
Por eso, la poesía de Martín se esconde entre las servilletas de un bar, en sus
servilleteros o en latas de sardinas”.
Con su voz degustamos un pan
caliente, horneado con aromas de su tierra soriana, conocimos en directo su
vicio solitario: el origami (arte de origen japonés que en occidente
denominamos papiroflexia), aprendimos a congelar los relojes en la madrugada, a
distinguir las lágrimas que las malvas derraman en el amanecer…
Antes de los bises que nos
regaló el protagonista de la entrañable jornada, su amigo y también poeKa,
Alberto Yago, le brindó un pequeño homenaje en forma de poema.
Costaba trabajo levantarse de
la silla. Martín Lozano cerró su maleta de Secretos. Nos miró con fijeza
y, con esa pícara sonrisa que deja
escapar de vez en cuando, concluyó:
“Y no encuentro por ningún lado la palabra FIN”.
El colectivo PoeKas, más la futura Poekita, posaron al final del viaje en verso con Martín Lozano |
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