27 de febrero de 2014

Se rompió el maleficio en la Tertulia de Febrero

Se rompió el maleficio: después de varias tertulias seguidas siendo trece los asistentes, en esta tiramos la casa por la ventana, llegamos a quince. No tenemos nada en contra del trece, lo que ocurre es que se estaba repitiendo mucho. Los poetas no creemos en gafes, nos gustan más las musas.
Valentina nos trajo una propuesta tecnológica. De su joven mano, más acostumbrada a estas  nuevas formas, la Tertulia-Poekas ya está en Facebook. Buscadnos así, tal cual.
Yolanda nos arrimó brisas gallegas, con un poema suyo dedicado a Rosalía de Castro. Con Elena González recorrimos todo un año, de estación en estación, con su poema: Las estaciones de la vida. Beatriz, siempre muy trabajadora, nos regaló dos: Fluye conmigo y Dime. Tiernos, como ella. Julián nos informó de las actividades preparadas para el día de la Cultura, 9 de Marzo, y nos recitó de cabeza unos cuantos versos. Elena nos puso al día de nuevos proyectos sociales para que los mayores no se olviden del poema. Susana, que poco a poco se anima a asistir, y a participar, nos recitó un largo poema muy profundo, para las horas rotas. José Antonio cambió de tercio, y esta vez nos contó un cuento, tal cual, con la Liebre y la Tortuga de protagonistas, pero a su manera. 

Cristina Santa Ana, nuestra próxima maquinista de A Vallecas en Verso, nos contó de memoria buena parte de las primeras líneas de El Quijote. Con alguna pequeña modificación propia, la usarán en su actividad de teatro anual. Fernando Fábregas nos expuso cómo intercedió por los mayores y por sus compañeros escritores en el CC. El Torito, y nos leyó su trabajo allí premiado: ...no hemos de dejar ociosas nuestras manos en el arado... decía uno de sus pasajes. Virginia, la más científica del grupo, sigue relatándonos el viaje de la familia Suárez de protones. Electrizante. Alberto Yago, como siempre, inunda nuestras mentes con sus evocadoras imágenes: Banderolas en los balcones, se titulaba su poema. Cerró la ronda Sebastián Galán, con un prólogo y un poema posterior. Unificados por la tragedia vivida en un centro donde colabora. Una persona con sesenta años se suicidó. ...y se fue con los bolsillos llenos de reproches. Terminaban sus versos.

Agradecer a Malena su presencia. Es la primera vez que nos visita. Con ese nombre tan poético tiene nuestras puertas abiertas siempre que quiera.

José A. Sánchez

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